Funciones del Tatuaje y la Escarificación
"El tatuaje constituye una práctica humana de larga raigambre en culturas tribales. Entre los siglos XIX y XX comienza de forma progresiva su expansión en los países occidentales, inicialmente asociado a grupos específicos y constituyendo, en ocasiones, una seña de marginalidad o diferenciación respecto del grueso de la sociedad. Frente al tatuaje tribal originario y al posterior asociado a lo marginal, se ha producido en las últimas décadas un auge del tatuaje en las sociedades contemporáneas. Este fenómeno puede inscribirse dentro de un conglomerado variado de prácticas de modificación corporal, pero su propia naturaleza le otorga una cualidad muy particular y es que el tatuaje ostenta una carga semiótica que ninguna de aquellas posee."
-Alejandra Fabiana Walzer Moskovic
Durante siglos diversas culturas de todo el mundo, desconectadas entre sí por localización y época, han tenido en común esta forma de modificación. El tatuaje y las escarificaciones nos transmiten un mensaje sobre la identidad, historia, circunstancias, género, rango, prestigio y afiliación social de la persona. Según el autor Marc Blanchard el tatuaje cumple con cuatro funciones históricas, antropológicas y sociales:
La función "identificatoria" sirve para señalar al individuo como miembro de un grupo y a su vez diferenciarlo del resto. En el pasado, una mujer u hombre tendría marcas de escarificación que lo distinguirían de cualquier otra persona, le indicarían su rango en la sociedad, familia, clan y tribu, y simbolizarían su belleza o fuerza. En algunas tribus africanas, era como usar su tarjeta de identidad en la cara. Ésto era una señal de orgullo, no de vergüenza.
La función "ritual" quiere decir que se involucra(n) en un rito de pasaje o iniciación que marca la adquisición de un estatus o posición dentro de la comunidad, y al hacerlo también pueden ser considerados elementos de poder.
Por ejemplo, entre los Ga’anda, en Nigeria, las mujeres reciben sus primeras escarificaciones a la edad de cinco años. Cuando llegan a la adultez, sus cuerpos ya están cubiertos por ocho diferentes diseños de escarificación. Sin completar su escarificación, una mujer Ga’anda no se considera preparada para el matrimonio.

Empezaban a marcarse a la edad de trece o catorce años y podían seguir haciéndolo hasta los cuarenta y cinco. Estas escarificaciones se hacían en la cara, brazos, pecho, espalda y piernas, y -con pocas excepciones- con diseños comunes a ambos sexos. Se trataba de un proceso doloroso pero, según los tiv, ¿qué mujer miraría a un hombre si las escarificaciones no le hubieran costado dolor?
La función protectora ante enfermedades u otros males también supone un carácter "mágico". Los patrones de escarificación no son solo marcas de belleza, sino también marcas del linaje de uno y, en algunos casos, protección contra los espíritus malignos.
En el Rif, la mujer se puede tatuar el pubis con emblemas que poseen un valor protector de la virginidad. Los tatuajes también pueden servir para prevenir accidentes: en Túnez, el escorpión tatuado en la mano protege contra las picaduras del animal, y lo mismo sucede con la serpiente. En algunos grupos étnicos de Madagascar, el tatuaje de un cocodrilo permite atravesar los ríos sin peligro.
En muchas regiones, las modificaciones corporales constituyen verdaderos imperativos culturales. Claro ejemplo es la tribu Maori, para ellos el lugar de un individuo dentro de la sociedad a menudo se identificaba con sus prendas y tatuajes. Las personas de alto estatus social siempre estaban tatuadas, mientras que los hombres sin tatuajes se consideraban inútiles.
En Benin, aún hasta los años treinta del siglo XX, un cuerpo que no estuviese debidamente tatuado no podía entrar dentro del círculo de la realeza. Una persona sin su iwu –nombre que recibía el tatuaje- no se consideraba ciudadano bini. Aquellos que no lo mostraban eran considerados salvajes.
El iwu formaba parte de toda una configuración cultural que incluía roles de género, estatus y jerarquía. El tatuador era una figura semi-profesional y hereditaria. Hoy día esta tradición se ha perdido pero resulta de interés constatar el hecho de que los antiguos diseños de los tatuajes iwu se usan actualmente en la ornamentación de la indumentaria con significaciones claramente identitarias.
Así es que el tatuaje, siendo una costumbre ancestral, se ha ido convirtiendo en una auténtica forma de arte que elegimos para embellecer nuestro cuerpo, para expresar aspectos de nuestra vida, plasmar recuerdos y anhelos, ideales, preferencias, etcétera.
Sólo el cuerpo deliberadamente marcado es un cuerpo humano, al decorarlo lo llenamos de significados, lo hacemos una superficie interpretable, sagrada, poetizada, en fin: humana.
Referencias:
*Tatuaje y significado: en torno al tatuaje contemporáneo.
Alejandra Fabiana Walzer Moskovic
* Post-burgeois tattoo: reflections on skin writting in late capitalist societies
Blanchard, Marc (1994).
*Taylor Lucien (ed.). Visualizing theory. Selected essays from V.A.R 1990-1994. New York: Routledge.
* Modificaciones corporales en las tradiciones africanas.
Josep Martí Institució Milà i Fontanals - CSIC
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